Don Francisco fue abandonado por su esposa e hijos, vive solo y busca el apoyo de la ciudadanía
Agencia de Noticias LVDT
Ciudad Victoria, Tamaulipas | 12/09/2023
Para las personas que pasan por la esquina de la calle nueve Bravo de la colonia Tamaulipas, Francisco Cortés es un simple vendedor de cacahuates y semillas que anda montado en un carrito porque le falta una pierna.
Pocos saben que este hombre, quien desde hace 5 años se pone en la puerta de una farmacia para ganarse 60 pesos diarios, logró ocupar los puestos más altos en una compañía de la Ford en ciudad Acuña, Coahuila, sin siquiera tener la primaria terminada.
«Yo sé instalar todo el cableado para las luces de un carro; las luces para el tablero, las de los focos, los cuartos; no le miento pero llegué a instalar el cableado a más de 150 carros en un solo día», platica mientras ofrece sus cacahuates y semillas a la gente que pasa.
Tan bueno era en lo que hacía que con el paso del tiempo lo fueron ascendiendo; fue supervisor de medio ambiente, supervisor de calidad, supervisor de seguridad e incluso la misma compañía Ford lo mandaba a supervisar fábricas que tenía en Canadá.
Sin embargo cuando Francisco cumplió 40 años de edad y 25 trabajando en la compañía de autos lo liquidaron por antigüedad y porque la empresa iba a cambiar de dueño, los japoneses que la compraron querían gente más joven.
Al quedarse sin trabajo optó por irse con su esposa y sus tres hijos a trabajar a una empresa maderera de Estados Unidos donde le pagaban la cantidad de 1,200 dólares por semana.
«Yo antes tomaba mucho y en una ocasión los policías de allá me detienen por andar en estado de ebriedad, me multaban con 5 mil dólares y servicio comunitario y yo preferí quedarme en la cárcel 3 meses y 5 días».
Fue durante el tiempo que estuvo detenido que Francisco desarrolló la diabetes, enfermedad que hasta el día de hoy le está ocasionando problemas al grado que ya perdió una de sus piernas.
El hombre de 66 años de edad, después de estar seis años en Estados Unidos, decidió regresar al lugar donde nació, a Ciudad Victoria, lo triste es que ni sus hijos ni su esposa lo siguieron.
«Yo llegué aquí de 47 años y ahorita tengo 66 años, desde entonces no tengo comunicación con mis hijos, ninguno me habla, mucho menos mi esposa, vivo solo aquí en una casa de renta», comenta.
Francisco no alcanza a comprender por qué sus hijos son tan ingratos, si él cuando pudo les dio todo, estudios, techo y comida; actualmente su hijo el mayor tiene 40 años, el que le sigue 32 y el más chico 22.
«Yo lo que quisiera es que alguien me ayudara a recuperar mi casa que dejé en Coahuila, que un abogado me asesorara porque quiero venderla, me dicen que unos vagos están viviendo ahí pero yo así como estoy no puedo hacer nada», dice.
Francisco está aferrado a vivir en su tierra, en Ciudad Victoria, no quiere irse a ningún otro lado porque no quiere que le pase lo que a su suegro, que murió solo en Estados Unidos, sin la gente que lo quería.
«Por eso quiero vender mi casa para comprar el servicio funerario, ojalá alguien me ayudara con eso», dice Francisco quien permanece aproximadamente tres horas vendiendo sus semillas y cacahuates afuera de la farmacia.
Dios ayude a Francisco, ojalá que sus hijos cambien su actitud y lo busquen porque él está solo y necesitado.