Obras Maestras del Cine Social y Político
Por: Enrique Zamorano / GRUPO Informativo La Voz De Tantoyuca
Los olvidados (México, 1950) de Luis Buñuel
Aunque él se consideraba casi enteramente ágrafo, Luis Buñuel (22 de febrero de 1900, Calanda, Teruel, Aragón, España-29 de julio de 1983, Ciudad de México, México) fue el autor del argumento y del guión, con Luis Alcoriza, Juan Larrea y Max Aub (estos dos últimos no incluidos en los créditos), con Stella Inda, Miguel Inclán, Alfonso Mejía, Roberto Cobo, Alma Delia Fuentes…
Existe, y seguramente seguirán publicándose nuevos aportes, una abundante bibliografía en la que se ha estudiado y analizado la obra completa de “el demoledor”, como calificó Eduardo Lizalde a Luis Buñuel.
Demoledor y constructor, cristiano y ateo, cruel y tierno, adalid del surrealismo cinematográfico y continuador del viejo y eterno realismo español en el cine; de nacionalidad española y de ciudadanía mexicana, leal consigo mismo y leal con los demás, al mismo tiempo rencoroso, hasta la muerte, con el “amigo” traidor y caballero, de por vida, con el “enemigo” gratuito, Luis Buñuel, después de realizar Un perro andaluz (Un Chien Andalou, Francia, 1928), La edad de oro (L’Age d’Or, Francia, 1930), Las Hurdes / Tierra sin pan (España, 1932), documental de temática social y política, prohibido por la República Española, que refleja con dureza el olvido de los habitantes de esa zona marginada de España, Gran Casino (México, 1946) y El gran calavera (México, 1949), emprendió la odisea de realizar una de sus obras maestras: Los olvidados.
Aparte del argumento, basado en hechos reales, la película, denuncia cruel y maldita, matizada de secuencias realistas (un realismo adelantado al neorrealismo italiano que tiene como ejemplo Las Hurdes) y surrealistas, al extremo contrastantes, sobre las condiciones de vida de los niños pobres en la Ciudad de México, causó indignación en las “buenas conciencias” del México de la época. Contó Luis Buñuel que leyendo las noticias de la prensa se enteró que se había encontrado en un basurero el cadáver de un chico de unos doce años, lo que le dio la idea del final y que en relación al personaje de la madre hubo quienes le reclamaron que ninguna madre mexicana se comportaría de esa manera, menos negarse a darle de comer a su hijo.
Contó que a la salida del estreno, en el cine México, todos los asistentes tenían cara de entierro y acto seguido la prensa comenzó a zumbar en contra. Contó que, en una función privada, a Siqueiros, contento con la película, le pareció admirable, pero que Bertha y Lupe Marín, esposas de León Felipe y Diego Rivera, querían meterle las uñas en los ojos y no querían hablarle (“Es usted un miserable. Ofende usted a todo el mundo. Lo que muestra esta película no es México”). Contó que Jorge Negrete, al encontrárselo, le dijo indignado: “¿Usted filmó Los Olvidados? Si llego yo a estar en México en esos días, usted no habría hecho esa película.”
Contó sobre la crítica negativa hacia su película, como la del Ingeniero Palacios (descubridor de María Félix) en Claridades: “Buñuel no sabe una palabra de lo que es México. Aparecen en su película unas chozas miserables en las que hay camas de bronce”, señalando, Buñuel, que aun en las “ciudades perdidas” un matrimonio pobre lo primero que compra es la cama de bronce.
Después de ser premiada en Cannes (Premio de la Crítica Internacional y Premio al mejor realizador) Los olvidados fue saludada así: “Proceso a la delincuencia juvenil. El autor se esfuerza en ser objetivo, y, sin embargo, pese a ello, el film no es otra cosa que un grito de angustia y de revolución. Se puede comparar el tratamiento de este mismo tema en dos films (uno, anterior y otro posterior). El camino de la vida (Unión Soviética, 1939, de Nicolai Ekke, canto de esperanza, algo simple y optimista, y Rebelde sin causa (Estados Unidos, 1955), de Nicholas Ray, donde el artificio acaba desembocando en una innegable sinceridad. En Buñuel, el condicionamiento social, que convierte a un niño en un descarriado o en un criminal, está descrito con una claridad y, también, con una ternura en la mirada, de las que sólo él es capaz” (Jean Mitry).
Es importante señalar que Los olvidados, considerada como Memoria del Mundo por la UNESCO, contiene diálogos adaptados al estilo del “bajo pueblo” mexicano por Pedro de Urdimales, y por cierto con mucha fortuna -contó Luis Buñuel-, que llegan a su punto culminante cuando el viejo ciego reaccionario, vil y ruin, expresa con gran satisfacción, cuando oye los disparos que matan a El Jaibo: “Uno menos, uno menos, así irán cayendo todos. Ojalá los mataran a todos antes de nacer.”
Agradecemos el apoyo de colaboración a Enrique Zamorano.