Muestra de cine de quebecine 2017, en la cineteca nacional
Enrique Zamorano / GRUPO Informativo La Voz De Tantoyuca
Broma (Pranka, Canadá, 2016) de Vincent Biron.
Haciendo honor al título, se trata de un divertimento ñoño de cuatro jóvenes adolescentes (tres masculinos y una femenina) que se la pasan haciendo bromas propias de su edad, comunicándose mediante un lenguaje que alude claramente al sexo y usando sus celulares y laptops, con toda y su capacidad de grabar imágenes de sus «inocentes fechorías».
Nada se puede decir, en cuanto a innovación narrativa. Sí de su mero acto para divertir a quien quiera, en función de su edad. También leímos el comentario del boletín de prensa: «cruel relato sobre la adolescencia que aborda con humor y de forma transgresora temas como la amistad y la pérdida de la inocencia juvenil».
Montreal la blanca (Montréal la blanch, Canadá, 2015) de Bachir Bensaddek.
También autor del guión, Bachir Bensaddek, realizador canadiense de origen argelino, imaginó una historia inspirada en experiencias de inmigrantes argelinos y religión musulmana que habitan Montreal, capital de Quebec, en plena navidad y que coincide con el ramadán o ayuno en su religión. Problemas de identidad y de capacidad rápida de adaptación a la nueva sociedad cristiano-católica en que viven les impide vivir tranquilos, recordando su pasado y las causas por las cuales salieron de su país. La presencia de unos músicos que aparecen constantemente, tocando la música que acompaña a la narración, son el punto de apoyo alegórico que inspira el espíritu de solidaridad entre ellos y que les permite salir adelante. Con la presencia del realizador, que habla un muy buen español, después de la función, algunas cosas se aclararon sobre el asunto.
Las malas hierbas (Les mauvaises herbes, Canadá, 2015) de Louis Bélanger.
También autor del guión, con Alexis Martin, Louis Bélanger, el experimentado realizador Louis Bélanger, con 6 previos largometrajes en su haber, recurre a dos, también, experimentados actores de teatro, Alexis Martin (coautor del guión, se ha dicho) y Gilles Renaud, y a el apoyo de otras dos muy buenas actrices, en el papel de amantes lésbicas de origen latino, para ofrecernos una humorada sarcástica acerca de un supuesto cultivo clandestino de marihuana, al que son reclutados casi a la fuerza (jugosas ofertas de dinero), por un anciano a punto de morir, dos personajes, un famoso actor de televisión y teatro, endeudado y escapando de un prestamista mafioso (otro experimentado actor), y una misteriosa y dura chica marginada por su conducta sexual, que terminan teniendo buenos sentimientos y encariñándose con el viejo.
Antes de las calles (Avant les rues, Canadá, 2016) de Chloé Leriche.
Lo que esperaba como un documental etnológico es una ficción dramática (las peripecias de un joven nativo del grupo étnico Atikamekw que por participar en un robo con otro miembro de su grupo, al impedir que este mate al hombre blanco asaltado, mata accidentalmente a su compañero), muy bien resuelta por la realizadora Chloé Leriche quien, apoyada por el camarógrafo mexicano Glauco Bermúdez, se ocupó de escribir el guión, producir, dirigir y editar la primera película actuada y hablada en el idioma de la etnia Atikamekw por los hermanos Rykko y Kwena Bellemare.
La música y los cánticos, incluidos los que canta Shawnook (interpretado por Rykko), en ritual solitario, para, apelando a sus tradiciones ancestrales, limpiar su falta, y su hermana (en la ficción y en la vida real), se deben a Robert Marcel Lepage y a Northern Voices Shauif, The Posterz y A tribe Called Red. Cánticos que remiten a un pasado que se niega a morir ante el avance de la moderna cultura, en el Quebec y el Canadá actuales.
Mis noches harán eco (Mes nuits feron écho, Canadá-México, 2016) de Sophie Goyette.
La autora completa (guionista, productora, realizadora y editora) Sophie Goyette, después de darnos una previa explicación de lo que vamos a ver en su obra: un sueño, un viaje al interior del alma, nos transporta, ya en plena proyección de la misma, a una viaje que parte de Canadá, pasa por México, continúa en China y termina en Canadá, en el que participan tres personajes principales, cada quien en su momento y como enlace de uno a los otros (Elaine, Romes y Pablo), quienes, en sus soledades y búsquedas, nos remiten, mediante reflexiones interiores y diálogos poéticos, acompañados de bellas imágenes, al inevitable paso del tiempo que no impide olvidar lo vivido. El principal enlace es Elaine que de joven sale de su tierra natal en busca de sí misma y ya madura la vemos, nuevamente, ya de retorno a su tierra natal.
Invierno Prematuro (Early Winter, Canadá-Australia, 2015) de Michael Rowe.
Michael Rowe, australiano radicado en México, autor del guión y realizador de la película en cuestión, nos comentó que la obra forma parte de una trilogía integrada por Año bisiesto (México, 2010) y Manto acuífero (México, 2013) que abordan el tema de la soledad y las rupturas por la falta de comunicación entre los seres humanos (confieso que de la trilogía no he visto Manto acuífero). Obra intimista al extremo, hablada en inglés y en francés (el personaje principal se comunica en inglés con su mujer y sus hijos y en francés en su centro de trabajo), obra desgarradora sin límites, en la que, nos lo comentó el realizador, hay aportaciones de sus experiencias personales vividas. Dedicada a su pequeña hija Jimena Rowe y al gran maestro Vicente Leñero, su maestro de guionismo ya fallecido, Invierno prematuro es, claramente, una obra madura de un potente creador que tiene mucho que darnos todavía, como artista y ser humano. ·
Llamadas desde Estambul (Callshop Istambul, Canadá, 2015) de Hind Benchekroun y Sami Merner.
Pese a su bella fotografía en la que se ven lugares comunes de la enigmática Ciudad del Medio Oriente, el documental es una visión realista de las condiciones inciertas, por no tener trabajo para poder sobrevivir, de migrantes de Asia y África que viven marginados y sin futuro, no quedándoles otras alternativas que regresar a sus países de origen o seguir emigrando a otros países, para encontrar mejores oportunidades. Lo curioso es que buena parte de su tiempo se la pasan hablando por teléfono, a sus familiares, en su idioma materno, incluidos uno que otro vagabundo, de raza negra, que hasta políglotas son.
Iqaluit (ídem, Canadá, 2016) de Benoit Pilon.
Con una amplia experiencia como realizador de documentales y filmes de ficciones, Benoit Pilon nos conduce, en su último largometraje, hacia el descubrimiento de la verdadera causa del accidente y muerte de un trabajador de la construcción (usando el recurso narrativo llamado flash back), en una localidad del extremo norte de Canadá, gracias a la persistencia de su mujer, que viaja para encargarse de los trámites legales para el traslado de su cuerpo a su lugar de origen, por saber que hacia él ahí aparte de trabajar. Benoit PIlon, también autor del guión, vuelve a tocar la temática predominante en la Muestra de Cine de Quebec: la soledad humana y las formas de sobrellevarla, en un intenso drama de relaciones raciales y sociales, entre una familia de la etnia Inuit y el trabajador blanco en cuestión.
País (Pays, Canadá, 2016) de Chloé Robichaud.
Combinando, al mismo tiempo, la vida profesional y familiar de tres mujeres, la joven realizadora Chloé Robichaud nos da una lección de Relaciones Económicas Internacionales, en nuestra era de la globalización, al confrontar a los representantes de un país fuerte con los representantes de un país débil, en las negociaciones para la concesión de inversión a cambio de ayudas financieras y demás truculencias diplomáticas. En plan genérico, se trata de un alegato feminista sobre el rol de la mujer en la vida pública y en la vida privada, todavía muy desventajosas, sea el país que sea en el mundo.
Los demonios (Les démons, Canadá, 2015) de Philippe Lesage.
Temores infantiles, despertares sexuales, bullings, problemas familiares, pederastia, criminalidad, demonios de la imaginación y vivos, son asuntos que el realizador Philippe Lesange combina para incursionar, fragmentariamente, en el tema psicológico, próximo al terror cotidiano. La bella secuencia final nos propone que todo fue un amargo sabor de boca, pero que, sin que lo queramos, ocurre a diario en cualquier lugar del mundo.