Raúl Anguiano: viaje onírico de una vida
Javier Enrique Zamorano López / GRUPO Informativo La Voz De Tantoyuca
El Instituto Politécnico Nacional publicó, en 2016, el bello libro “Raúl Anguiano: Viaje Onírico de una Vida” (se terminó de imprimir en el mes de diciembre de 2016, bajo el cuidado editorial de Praxedis Razo), para rendirle un homenaje al Maestro, a los 10 años de su fallecimiento (13 de enero de 2006), en el marco de los festejos del 80 aniversario de la fundación del IPN y del 100 aniversario de la ESIME. Un libro que se editó inspirado por la exposición “Raúl Anguiano: Viaje Onírico de una Viva”, montada en 2015 en el mismo IPN, con obras del Maestro, propiedad de Brigita Liepins, su viuda y heredera universal, para rendirle homenaje al Maestro a 100 años de su nacimiento (26 de febrero de 1915).
Enrique Fernández Fassnacht, Director General del IPN, lo testimonia en la presentación del libro: “Quiero agradecer especialmente el apoyo incondicional de Brigita Anguiano, compañera entrañable y promotora incansable del maestro, cuya aportación hizo posible disponer de los materiales necesarios para este homenaje, sin dejar de mencionar sus generosas donaciones que enriquecen el patrimonio artístico del IPN.”
El Libro contiene el breve comentario “Anguiano y el Instituto Politécnico Nacional” de Gregorio Luke, en el que destaca el porqué del encuentro de ella y él: “Brigita Liepins, artista letona que vivía en California, en una ocasión vio Adan y Eva de Raúl Anguiano, y su realismo le fascinó. Vio a esa pareja expulsada del paraíso arrojada a las penurias de la tierra y condenadas a la mortalidad; no obstante, el hombre y la mujer habían descubierto el deseo que sustenta la vida. Tan honda fue la impresión que la obra dejó en ella, que se propuso conocer al artista y vino a México a buscarlo.”
También contiene la entrevista inédita “Anguiano, mejor pintor que poeta” de Corina Martínez García, en la que se lee: “Una vez el crítico de arte Antonio Rodríguez, de origen portugués, dio una conferencia en La Esmeralda, y me dijo Anguiano, ¿no quieres decir algo? Y le respondí Yo aconsejaría a los críticos que aprendan un poquito de lo que hablan mucho. Ya con los años, él mismo contaba esta anécdota y la complementaba con que un día llegó David Alfaro Siqueiros a su estudio y le dijo No que no recibías regalos, ¿y ese Orozco que tienes ahí?, a lo que el crítico respondió No seas pendejo, yo lo pinté.”
Al caso, el libro comienza, en su primera sección gráfica (Máscaras: “… una necesidad de buscar la fantasía dentro de la realidad. Una realidad oculta representada por las tradicionales máscaras mexicanas que denotan un cierto sarcasmo a las convenciones.”), con la obra “Crítica a la vanguardia” (Pintura, técnica mixta, 150 x 110 cm, 1966) que, estoy seguro, el Maestro la tituló “La vanguardia crítica”, en términos de “un cierto sarcasmo” “a los críticos que tienen que aprender un poquito de lo que hablan mucho…”
Complementan el libro otras secciones, incluidos sucintos comentarios de las mismas: Mujeres, Toros (la tauromaquia, pasión desde su niñez y escondida por Raúl Anguiano por muchos años, afloró con gran fuerza cuando se descubrieron sus obras sobre el tema. “Tendría siete u ocho años de edad –decía el Maestro, citado por Julio Téllez García, en el libro 40 años de Toros y Toreros, cuando, acompañado de mi padre, asistí a la plaza de toros El Progreso de Guadalajara a ver a Rodolfo Gaona. Fue mi primera corrida y los primeros dibujos de mis héroes, que eran Gaona, Pola Negri y Tom Mix), Lacandones, Personajes histórico (destacando Lázaro Cárdenas del Río, estampa litografía, 39/40, 63 x 49, 1966, patrimonio artístico del Instituto Politécnico Nacional, donado por Brigita Liepins), Caballeros, Rinocerontes y animales, Erotismo, Sátira, Murales, Vanguardia, Paisajes y Viajes (dibujos en sus cuadernos).
Antes de su Semblanza artística final, en el libro se reproduce el Boceto para el mural “Evolución del Instituto Politécnico Nacional a través de 70 años”, lápiz de color y grafito, 42 x 55.5 cm. Una semblanza que nos da una imagen somera de la grandeza de un hombre de nuestro tiempo, nacional y universal, un Quijote del Muralismo, como lo calificó Gregorio Luke, ya que restablecer el Muralismo en el siglo XXI “parecía una locura a sus contemporáneos” y pese a todo se impuso.