Por la Cineteca Nacional
>> La caja vacía (México-Francia, 2016) de Claudia Sainte-Luce, con ella misma, en el papel de Jazmín, y Jimmy Jean Luis, en el papel de Toussaint.
Enrique Zamorano / GRUPO Informativo La Voz De Tantoyuca
Después de realizar el bello drama, con pequeños chispazos de comedia, Los insólitos peces-gato, México, 2012), con un estupendo reparto de actrices mexicanas (Lisa Owen, Ximena Ayala, Sonia Franco…), triste reflexión sobre la soledad y la muerte, la, también guionista y actriz, nacida el 28 de septiembre de 1982, en Veracruz, México, y egresada de la carrera de Artes Audiovisuales en la Universidad de Guadalajara, emprendió la realización de su segundo largometraje (La caja vacía) para demostrar que su talento y sensibilidad, como se ha dicho, mueve hacia las emociones íntimas, al tratar las memorias, los pensamientos, los lenguajes, los juicios y los comportamientos, con un estilo formal propio y, por qué no, aprendido, al que dota de su muy particular acento narrativo y en el que escudriña la relación padre-hija distanciados y vueltos a encontrar, porque así es la vida y, su final, la muerte de él: un simpático haitiano, trilingüe, enfermo de demencia vascular.
Las dos obras en cuestión, tratan sobre las soledades y los abandonos (¿quién sabrá de la vida de la realizadora que se refleja en sus creaciones?), de los sentimientos, de las vivencias y de las anécdotas, sugeridas en momentos necesarios para darle a la narración, en La caja vacía, pequeños paréntesis de relajación creativa. Vean, parece decirnos, que ante el drama de la vida, también se pueden exponer testimonios hablados sobre Luis Buñuel o Lars von Trier o asistir a esas fiestas en las que la gente del cine bebe vino y no se va hasta que se termina y en la que aparece, brevemente, amanera de icono, la gran actriz Lisa Owen que intercambia una mirada silenciosa con Jazmín, es decir, con la realizadora Claudia Sainte-Luce.