64 muestra internacional de cine de la cineteca nacional
Enrique Zamorano | Diario La Voz De Tantoyuca
Un final feliz (Happy End, Francia-Alemania-Austria, 2017) de Michael Haneke.
Del realizador austriaco Michael Haneke, nacido en Alemania, al que considero un autor maldito, por la temática de la mayoría de sus anteriores películas, si no es que todas, nos ha llegado el irónico título Happy End, dado que sus personajes siempre tienen relaciones siniestras y disfuncionales, no del todo normales.
Y, por supuesto, las relaciones mencionadas entre una familia no se hacen esperar aquí.
El marco formal inicial de la película nos hace pensar en una película filmada por un aficionado o aficionada, la pequeña integrante de una familia obsesionada por captar la vida íntima de sus familiares, sin ninguna restricción moral, sin ningún pudor. Sí, las obsesiones temáticas y estilísticas de Haneke vuelven a aparecer.
Su mirada es fría y distanciada, carente de sentimientos. No hay solidaridad ni sinceridad entre los miembros de una aparente familia burguesa feliz que vive cerca de un campamento de refugiados.
Su distanciamiento y relación se reflejan muy bien en la indiferencia con que la niña de la familia graba, sin tomar conciencia, el intento del abuelo paralítico de querer suicidarse, después de que él le pide lo lleve a la orilla del mar.
El final feliz se da, quizá, cuando, casualmente, los demás descubren, sin notar la intención del viejo de suicidarse, el peligro en que se encuentra y lo “salvan” de morir ahogado.
Treceava película de la 64 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional.